Memoria
Son diversas las vidas de los edificios. El paso del tiempo, las necesidades de sus moradores o de los usuarios hace que se transformen, cambien de uso, se amplíen o incluso desaparezcan.
El edificio de la Aduana de Tui, así como su entorno cercano, por su posición estratégica, así como determinados cambios políticos y sociales, que fueron determinantes en su programa de necesidades y funcionamiento, es un claro ejemplo de ello.
Su primera vida era sencilla, se integraba con sus contiguos e incluso dialogaba con ellos. Con el paso del tiempo y fruto de las necesidades que fueron surgiendo, o que se le fueron imponiendo, emergen una serie de extensiones o crecimientos totalmente ajenos a esa primera vida. Se convierte entonces en un intruso, un forastero que únicamente se mira a sí mismo, sin observar lo que tiene a su alrededor y convirtiéndose por tanto en un introvertido…
Nuestra propuesta pretendía recuperar ese diálogo con su entorno, ese coloquio y conexión que un día hubo, así como rescatar su identidad, perdida con el paso de los años. NO PUDO SER!!!!!!
No pudo ser. Tendrá otra vida, otro diálogo, una identidad más en una de esas vidas que le ha tocado soportar.